En cumplimiento con su pacto con Abraham, Dios rescató a Israel de Egipto, constituyéndolo en una nueva nación. En el Monte Sinaí, promulgó y ratificó su pacto con esta nueva nación, dándole muchas leyes para gobernar su política, su adoración y su comportamiento. El pueblo repetidas veces reconoció lo bueno de obedecer la ley de Dios. Sin embargo, su incapacidad de hacerlo enfatizó la necesidad de perdón por medio de un sacrificio vicario.
Además de la justificación, los que confían en Cristo reciben la adopción como hijos, y son la descendencia de Abraham y herederos de Dios.
Siempre ha habido breves declaraciones de fe, las cuales anticiparon los credos de la iglesia.
Los cristianos pueden estar seguros de su elección y de su entrada en el reino eterno de Cristo.