En cumplimiento con su pacto con Abraham, Dios rescató a Israel de Egipto, constituyéndolo en una nueva nación. En el Monte Sinaí, promulgó y ratificó su pacto con esta nueva nación, dándole muchas leyes para gobernar su política, su adoración y su comportamiento. El pueblo repetidas veces reconoció lo bueno de obedecer la ley de Dios. Sin embargo, su incapacidad de hacerlo enfatizó la necesidad de perdón por medio de un sacrificio vicario.
La voluntad de Dios para los cristianos es nuestra santificación, particularmente en el área de la sexualidad.
Apocalipsis 20:1-6 es el texto que contiene las dos visiones que se refieren a los mil años.
La vida y la muerte de Cristo satisficieron los justos requisitos de la ley de Dios.