En cumplimiento con su pacto con Abraham, Dios rescató a Israel de Egipto, constituyéndolo en una nueva nación. En el Monte Sinaí, promulgó y ratificó su pacto con esta nueva nación, dándole muchas leyes para gobernar su política, su adoración y su comportamiento. El pueblo repetidas veces reconoció lo bueno de obedecer la ley de Dios. Sin embargo, su incapacidad de hacerlo enfatizó la necesidad de perdón por medio de un sacrificio vicario.
Los estados finales de los ángeles y de los humanos son para la gloria de Dios.
Una palabra del Señor reveló el orden de los eventos que sucederán cuando él venga.
Siempre ha habido breves declaraciones de fe, las cuales anticiparon los credos de la iglesia.