Los dos estados de Cristo son su humillación y su exaltación.
La imagen de Dios no es un aspecto de Dios o del ser humano sino el ser humano mismo.
Dios nos ha concedido todo lo que necesitamos para vivir la vida cristiana y tener comunión con él.
El pueblo afirmó su amor por Dios, y Dios afirmó su presencia en medio de ellos.