Jesucristo cumplió los tres oficios del Antiguo Testamento: profeta, sacerdote y rey.
La Biblia es un libro enteramente humano y enteramente divino, así como es la persona de Jesuscristo.
En su descripción y defensa de su ministerio, Pablo y sus compañeros nos dan un retrato de minstros fieles.
Los cristianos llegarán a la culminación de su salvación y llegarán perseverando en la gracia.