La vida y la muerte de Cristo satisficieron los justos requisitos de la ley de Dios.
Como hijos del día, tenemos que vivir en una forma alerta y sobria, armados de fe, amor y esperanza.
Después de una introducción a la carta de 2 Pedro, este primer episodio se enfoca en la presentación de Cristo como Dios y Salvador.
El pueblo afirmó su amor por Dios, y Dios afirmó su presencia en medio de ellos.