El primer credo declarativo acarca del cual tenemos conocimiento fue el Antiguo Credo Romano.
El Catecismo de Heidelberg sigue siendo uno de los más queridos entre cristianos reformados por su calidez y sensibilidad pastoral.
En la conclusión de su carta, Pedro nos insta a crecer en gracia y en conocimiento del Señor.
Otra manifestación del fruto del Espíritu es la generosidad de los cristianos hacia los maestros de la palabra de Dios.