El día del Señor será no solo una destrucción universal sino también una renovación universal.
Después de decirnos lo que Dios nos ha concedido, Pedro nos insta a aplicar toda diligencia para crecer en nuestra fe.
La resurrección de Cristo garatiza la resurrección del cuerpo en el día final.
Como la promesa y la ley son distintas categorías y funcionan independientemente, la salvación tiene que ser o por promesa o por ley.