El día del Señor será no solo una destrucción universal sino también una renovación universal.
El apóstol Pedro denunció los falsos maestros de su día, quienes negaron al Señor que nos compró.
En la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo para que nosotros fuéramos hechos también hijos de Dios por medio de la adopción.
Los primeros versículos del libro de Rut describen un escenario lleno de devastación e ironía hasta que el Señor dio un rayo de esperanza.