Aunque los Evangelios mantienen un enfoque en Israel, al mismo tiempo enfatizan el propósito de Jesús de extender su salvación a todas las naciones.
La Biblia es un libro enteramente humano y enteramente divino, así como es la persona de Jesuscristo.
El Credo de los Apóstoles fue un desarrallo posterior del Antiguo Credo Romano.
El profeta terminó su libro anunciando su plan de alegrarse en Dios aunque llegara la calamidad.