Al recibir buenas noticias de los tesalonicenses, los misioneros volvieron a vivir.
La voluntad de Dios para los cristianos es nuestra santificación, particularmente en el área de la sexualidad.
La vida y la muerte de Cristo satisficieron los justos requisitos de la ley de Dios.
En su relación tempestuosa con los Gálatas, Pablo demostró las características de un verdadero ministro del evangelio.