La profecía de Hageo terminó con una promesa de restaurar el linaje del Rey David.
En respuesta a la primera queja de Habacuc, Dios anunció que haría una obra asombrosa.
Las viudas ya tuvieron abundante comida, pero todavía quedó por resolverse la continuación del linaje extinto de los hombres difuntos.
Otra manifestación del fruto del Espíritu es la generosidad de los cristianos hacia los maestros de la palabra de Dios.