La presencia del Espíritu Santo en el creyente transforma su manera de vivir, librándolo de andar según la carne para andar según el Espíritu.
Siendo hijos de Dios, los creyentes en Jesucristo disfrutan tres de los mismos privilegios que el Hijo de Dios tiene ante su Padre.
Dios Padre levantó a Cristo corporalmente por el poder del Espíritu Santo.
La Biblia es un libro enteramente humano y enteramente divino, así como es la persona de Jesuscristo.