Lejos de inventar las historias de Jesús, los apóstoles las vivieron, viendo y escuchando lo que nos reportaron.
Las viudas ya tuvieron abundante comida, pero todavía quedó por resolverse la continuación del linaje extinto de los hombres difuntos.
En respuesta a la segunda queja del profeta, Dios anunció que el justo por su fe vivirá.
En la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo para que nosotros fuéramos hechos también hijos de Dios por medio de la adopción.