En su efusivo agradecimiento por la iglesia en Tesalónica, los autores describieron una iglesia digna de ser imitada.
La fe es el único y el apto instrumento de la justificación.
Sin sutileza alguna, Pablo empezó esta carta con una fuerte reprensión, porque los Gálatas se habían desviado del único evangelio para creer otro evangelio...
Dios convirtió pasitos de fe y de obediencia en una bendición enorme.