En su descripción y defensa de su ministerio, Pablo y sus compañeros nos dan un retrato de minstros fieles.
Preocupados por la fe de los tesalonicenses en medio de aflicciones, los misioneros enviaron a Timoteo para animarlos y para ver cómo estaban.
La imagen de Dios no es un aspecto de Dios o del ser humano sino el ser humano mismo.
No importando cuánto hayamos avanzado en la vida cristiana, siempre podemos crecer más y más.