Las tres metas de las misiones de la iglesia son hacer discípulos de todas las etnias, la consumación del reino de Dios y la gloria de Dios.
Como respuesta a la amenaza del Arrianismo, el Concilio de Nicea formuló el Credo de Nicea.
El Credo de los Apóstoles fue un desarrallo posterior del Antiguo Credo Romano.
El primer credo declarativo acarca del cual tenemos conocimiento fue el Antiguo Credo Romano.