Siendo hijos de Dios, los creyentes en Jesucristo disfrutan tres de los mismos privilegios que el Hijo de Dios tiene ante su Padre.
En respuesta a la segunda queja del profeta, Dios anunció que el justo por su fe vivirá.
Por medio del profeta Hageo Dios cuestionó las prioridades de su pueblo.
Si la muerte de Cristo aseguró la salvación de todos por los cuales murió, entonces concluimos que murió por su pueblo.