Si la ley no abroga la promesa y no salva, ¿para qué la dio Dios? En Gálatas 3:19-25, Pablo da una respuesta a esta pregunta.
Tanto la fe como el arrepentimiento son necesarios y al mismo tiempo acciones humanas y regalos de Dios.
Dios convirtió pasitos de fe y de obediencia en una bendición enorme.
Aunque fue la cosa más vergonzosa para Pablo, él frecuentemente mencionó que había sido perseguidor de la iglesia, y lo hizo para demostrar cuán...