Tanto la fe como el arrepentimiento son necesarios y al mismo tiempo acciones humanas y regalos de Dios.
Dios prometió que la gloria posterior de su templo sería mayor que su gloria pasada.
Aunque es cansado persistir en hacer el bien, existe la promesa de cosechar beneficio si no nos desmayamos.
Después de escuchar el plan de Dios, el profeta Habacuc se atrevió a decirle a Dios que no debía hacer eso.