Tanto la fe como el arrepentimiento son necesarios y al mismo tiempo acciones humanas y regalos de Dios.
La justificación tiene dos aspectos: el perdón de los pecados y la imputación de la justicia de Cristo.
Dios questionó el enojo y los valores del profeta Jonás, quien estuvo enojado por la misericordia de Dios expresada a sus enemigos.
La iglesia en Tesalónica nació en medio de oposición, recibiendo y continuando en necesidad de la gracia y la paz de Dios.